Nadar sirve para relajarse y para cansarse, para desconectarte de todo y conectarte con todo lo demás, con lo auténticamente importante. En este agitado mundo, estar nadando supone tener lejos el móvil, el trabajo y todas las rutinas, esas rutinas que, poco a poco, se instalan en nuestra vida sin dejarnos tiempo para estar un rato con nosotros mismos.
Nadamos para estar mejor, para aprender algo que no sabemos o para mejorar aquello que es tan difícil de dominar. Nadar es un remanso de calma de todo lo cotidiano, pero no de paz. Si no te mueves, te hundes. Si te conformas, no avanzas. Si piensas que dominas al agua, alguna vez el agua acabará por dominarte a ti.
Por eso, no basta con tirarse al agua, sin más. Hay que tener siempre un reto, que no tiene que ser siempre ganar, sino ser, cada día, un poco mejores. No basta tampoco con ser mejores de forma individual. Para nosotros, el reto consiste también en pensar en un colectivo, nuestro equipo. En muchas ocasiones, nuestro objetivo también es el que nuestro compañero consiga el suyo. Cuando ganamos, ganamos todos. Y, cuando perdemos, también.
¿Sientes que tu vida límites? La natación está para intentar superarlos. Nos aporta disciplina para ir siempre un poco más allá. Nuestro cuerpo tiene que acompañar a la mente y nuestra mente tiene que llevar a nuestro cuerpo hacia un estado más pleno. Nadando, te sientes bien. Si estamos agobiados, el agua nos calma. Si hemos dejado nuestra vida pasar, el agua nos recuerda que tenemos que seguir siempre un metro más dando una brazada menos. Y eso supone esfuerzo. Nadando, a veces te concentras en ti mismo, en tu estilo, en tu forma de deslizar. Olvidándote de todo lo demás, te pasa a veces que lo recuerdas: te olvidas de los largos que llevas nadados, pero encuentras esa idea que te estaba rondando en la cabeza y que te faltaba, la pieza del puzle que tanto te costaba encajar.
Si nadas, comes sin remordimientos y mejoran todas las constantes vitales. Ganas en salud por dentro y por fuera, eres más flexible para la brazada y para la vida. Casi nunca nadas solo. Dentro de una piscina, casi todos parecemos iguales, enfundados en el gorro y con las gafas puestas, pero cada uno fluye de manera distinta. Algunos han crecido y se han formado con el agua como compañera, otros luchan contra ella de forma desesperada hasta que logran domar su estilo gracias a la técnica y al entrenamiento. No estás solo porque nadar te aporta compañía y compañeros, viajes y retos compartidos. El líquido corre por fuera en el entrenamiento y en la competición y, con la alegría del deber cumplido, se convierte en algo que riega, a veces con cerveza, algunos de nuestros mejores momentos.
Los antiguos filósofos decían que el elemento esencial con el que comenzó todo era el agua. Y sabemos que el agua supone una parte muy significativa de la superficie de la tierra y que nuestro cuerpo tiene una importante proporción de ese elemento líquido. Para nosotros, el agua es mucho más. Nadar, en el más amplio sentido de la palabra, nos aporta felicidad.
(Hemos escrito esta entrada sumando las ideas de los nadadores y nadadoras de nuestro club).