Hoy se cumple una década desde que un grupo de valientes decidieron, no sin complicaciones y en un alarde de osadía, fundar un club de natación máster en Burgos.
Aglutinaban experiencia, alegría, juventud (unos más que otros), muchas ganas y una gran voluntad de sacar este proyecto adelante.
Muchos de los que ahora estamos por aquí (entre los que me incluyo) no asistimos a ese momento fundacional y ahora lo vemos con una mezcla de agradecimiento, orgullo y cierta admiración.
No es fácil aguantar año tras año los desplantes de la administración, los caprichos de la federación, la desidia del entorno y la presión de mantener a un grupo heterogéneo unido.
O quizás, sí que es fácil, cuando ese grupo te divierte, te anima, a veces te lleva en volandas y se convierte en una pequeña familia (con los representantes típicos de toda familia: el abuelo gruñón, el cuñado pesado, la sobrina caprichosa, el hermano desastre, el padre mandón, la tía resabidilla... estamos todos).
Hoy celebramos la continuidad y viendo lo que veo y superados casi dos años de pandemia, pronostico un futuro de al menos 10 años más.
¡Larga vida al Club Natación Tizona!