Esta crónica se tenía que haber redactado mucho antes, pero el tiempo se echa encima y pasa lo que pasa (o lo que no pasa, vamos).
Por lo tanto, no vamos a decir que hace ya unas semanas, el día 1 de junio, se celebraba el VI Campeonato de Verano de natación máster en Valladolid (que también era la última prueba del Circuito Open Máster de Castilla y León). Tampoco diremos que obtuvimos la segunda clasificación por equipos, tanto en el campeonato como en el circuito castellano y leonés. Y, como no se trata de fardar, no mencionaremos las 60 medallas que sacamos en Valladolid (39 de oro, 16 de plata y 5 de bronce). O que, en la clasificación individual del circuito, tuvimos a cinco clasificados como campeones de su categoría: Ana Rodríguez Morante, Esther Losantos, Yiya Ayala, Javier López y Daniel Martín. Eso sí, aunque no hablamos de ello, dejemos caer algún registro gráfico:
El tiempo ha pasado y estamos casi en verano, así que dedicaremos unas líneas a hacer un pequeño balance (a nuestra manera, claro está) de la temporada tomando como referencia lo que vivimos en Valladolid. Y, como suele ser habitual, tomaremos las palabras de muchos de los miembros de club que, además de mover manos y pies, y de respirar de vez en cuando sacando la cabeza, también tenemos nuestro corazoncito.
¿En el equipo hay grandes campeones? Por supuesto. Basta mirar los medalleros y clasificaciones de los torneos para ver que tenemos auténticos atunes de lomos estupendos. Y es cierto, somos campeones porque nos tiramos a la piscina siempre con la intención de ser mejores. Algunos ganan y otros vencen sus limitaciones, sus miedos o esas barreras que la natación ha ayudado a derribar.
Para tirarse a la piscina, hay que ser muy valiente. Y, este año, hemos tenido magníficas incorporaciones que nos han demostrado esto con creces. Y no, nos referimos a que Yiya haga una salida nula en los 800 libres o que Javito en Valladolid le dé, precisamente, por "hacer un Marcel". Nos referimos a todos aquellas personas tan valientes como para competir por primera vez en su vida.
La pregunta sería: ¿por qué lo hacen? ¿por qué lo hacemos? Porque los nervios antes de tirarse a la piscina se compensan cuando uno toca la pared y sus fantasmas desaparecen. Porque existe piscina dentro y existe, en nuestro equipo, piscina fuera, que son charlas, comidas, risas y confidencias.
Pero tampoco nos pongamos moñas, que el público está ávido de de anécdotas divertidas. Pongamos algunos ejemplos. Como el de Román, que, igual que los pistoleros del salvaje oeste primero disparaban y luego preguntaban, el se tira a la piscina y, después de un buen trecho, descubre a qué estilo se hace la serie. O la ya mencionada salida-deslizamiento de Javito, que casi se repite otra vez. ¿Qué vas a hacer un nulo en la salida? Seguid la técnica de Ana Juarros: haced "un mátrix" para ralentizar la velocidad y pegad un pequeño grito para despistar a los jueces.
¿Quién dijo que nadar fuera cansado? Pues Álvaro, sin más lejos, que no estaba en la cámara de salidas de los 100 mariposa... porque estaba todavía saliendo del agua después de haber competido el relevo mixto de estilos.
Si tuviésemos un protagonista que nos ha dado que hablar durante la temporada, ha sido este:
El que no conoce al señor Pulpo es que no ha nadado. Uno va tan fresco, más alegre que unas castañuelas, que si brazada por allí, que si patada por allí... y llega él y se acaban todas las risas, toda la alegría, toda la rapidez. Quieres ir hacia delante y te retiene, se pega a ti más que el Jammer y quiere llevarte hacia el abismo. ¿Quién no ha tenido un pulpo en su vida de nadador?
Este es el protagonista "animado", pero en Valladolid tuvimos un objeto que nos acompañó en los mejores momentos.
Fijaos bien, amigas y amigos. Si el pulpo es nuestro enemigo, un cubo lleno de hielos plagadito de Radler fue nuestro mejor aliado para combatir el calor que hacía en la capital vallisoletana. Y, disfrutando de la sombra y de los buenos amigos, disfrutamos de una comida campestre con mucho gazpacho, tortilla, mil y una galletas... y cerveza Radler.
La entrada sería muy larga si contásemos todos los detalles de la historia. Solamente diremos que hay testimonio en forma de imágenes de los "culpables", que deambulaban como zombis en un supermercado próximo en su busca:
Y, desde luego, no diremos que algunos aprovecharon para dar rienda sueltas a las confidencias y otras (lástima no tener foto), se escaparon a tomar un café para despejarse. Lo que no sabemos es si el chorrito de Baylis cuenta como sustancia dopante o solo era estimulante.
Después de la jornada de tarde, aprovechamos para saborear la última cervecita del día. Y gracias a Yija, nos aprendimos todos los pueblos de la provincia.
Acabaremos esta crónica volviendo a la seriedad para demostrar que, además de grandísimos deportistas, somos personas formales. Hay varias palabras que nos han ido transmitiendo todos los socios: equipo, unidad, convivencia, superación... En definitiva, que nadar es todo lo que ocurre dentro del agua, con pulpo incluido, y todo lo que ocurre fuera de ella, con cubo de hielos para guardar bien fresquitas todas las buenas sensaciones que nos llevamos a casa después de un buen entreno y una buena competición.
¡Ah, se nos olvidaba! Me piden algunas de las personas que se han incorporado al club este año que demos las gracias en su nombre. La verdad es que las gracias se las deberíamos dar a todos los nuevos por hacer de este equipo algo más grande. Pero, como a veces se nos olvida, creo que tenemos que mandar un abrazo muy grande a todos los entrenadores, por sus ánimos, su paciencia y su excelente trabajo.
Y no, esta crónica no es el fin de la temporada. Queda todavía el Campeonato de España de Tarragona en julio, la presencia en las piscinas del Plantío para colaborar con la campaña contra la esclerosis múltiple, la Getaria-Zarautz el día 21 de julio... y alguna travesía más. Hasta entonces... ¡menos pulpo y más Radler!
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